Es un niño, cómo no va a ser feliz. Esa es la frase que a todos nos ronda en la cabeza pero la realidad es otra y la situación está empezando a ser alarmante.
Antes de la pandemia, se estimaba que el 30% de los menores habían presentado ideas suicidas en algún momento, el 10% lo habían intentado y un 2% de forma seria, requiriendo atención médica.
Se calcula que 18% de los menores se infligen autolesiones antes de los 18 años.
Son numerosos los estudios que indican un aumento en todos estos indicadores tras la pandemia. Sin ir más lejos, Fundación ANAR ha atendido en este período un 145% más llamadas de menores con ideas o intentos de suicidio, y un 180% más de autolesiones con respecto a los dos años previos.
En 2020, se suicidaron en España 14 niños menores de 15 años, el doble que el año anterior.
Entre el grupo de jóvenes de 15 a 29 años el suicidio es ya la segunda causa de fallecimiento, solo superada por los tumores malignos. El sexo femenino, la presencia de síntomas depresivos, una mayor exposición a casos COVID, y un mayor consumo de redes sociales son factores de riesgo para la conducta suicida en la actualidad.
Desde la Asociación Española de Pediatría aseguran que, sobre todo tras la pandemia, “la salud mental de los niños y los adolescentes se está deteriorando”.
Una situación que se agrava en los adolescentes, colectivo donde se están presentando más síntomas depresivos, autolesiones y conductas suicidas.
“La situación resulta alarmante”, destacan los pediatras.
Asimismo, desde la asociación denuncian carencias y limitaciones en la forma de actuar y prevenir el suicidio en los menores, sobre todo, en aquellos actores más cercanos como son los médicos de familia o los centros educativos.
Entre estas limitaciones destacan la ausencia o heterogeneidad de los programas de prevención del suicidio entre Comunidades Autónomas, la dalta de formación específica sobre salud mental y recursos insuficientes de los profesionales que están en contacto con los niños y adolescentes, del ámbito sanitario (pediatras, médicos de AP), y educativo (profesores, orientadores escolares) y un desbordamiento de los servicios tanto de atención primaria como de urgencias y de atención a la salud menta.
Es por ello, que en 2021 la AEP constituyó un Grupo de Trabajo multidisciplinar de Salud Mental en la Infancia integrado por profesionales pediátricos de la Sociedad de Psiquiatría Infantil (SPI), la Sociedad Española de Urgencias Pediátricas (SEUP) y la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPAP).
Además, han planteado la creación de una unificada de prevención del suicidio en la población pediátrica con el objetivo de disminuir la morbimortalidad por suicidio y mejorar la atención de las personas de riesgo y sus familias.
Además, proponen insistir a los estamentos gubernamentales para la creación de un plan de prevención de suicidio, así como mejorar e incrementar los recursos materiales y humanos de atención a la salud mental dirigidos a niños y adolescentes, tanto en los centros de atención primaria como especializada.
Por último, dan especial importancia a la implantación de programas de formación para los centros escolares dirigidos a profesores, orientadores y resto de profesionales que atienden a los niños.